Estas reglas son indispensables para conducir una cura. La neutralidad, que supone que el analista dejará de lado sus propios ideales, así como la abstinencia, que implica limitar sus propios deseos y tendencias pulsionales respecto a su paciente.
Para entender por qué esto es tan importante daré un ejemplo de un paciente de 12 años, el cual me preguntó “¿vos no estás casada no?” El no responder, permitió que él despliegue su idea de que si yo estuviera casada sería una persona tan triste como su mamá…
𝑈𝑛 𝑒𝑗𝑒𝑚𝑝𝑙𝑜 𝑣𝑖𝑛𝑐𝑢𝑙𝑎𝑑𝑜 𝑐𝑜𝑛 𝑙𝑎 𝑎𝑏𝑠𝑡𝑖𝑛𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎:
Supervisé a un psicólogo joven -de otro país- que en dos ocasiones cortó abruptamente tratamientos diciéndole a sus pacientes que no las podía atender porque “le pasaban cosas con ellas”.
Vimos en la supervisión que había algo en su posición de analista que está obturando su trabajo. Es insoslayable el análisis del propio analista para que estas cosas no ocurran.